El museo de sitio está enclavado en las hermosas y sorprendentes ruinas de Paquimé, declaradas por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1995. A partir de un análisis del bellísimo y delicado entorno arqueológico de muros de tierra colada, se decidió realizar una arquitectura “topográfica”, soterrando parte del edificio en el terreno, creando taludes que lo integran sutilmente al desierto chihuahuense. La forma es una reinterpretación de la kiva, edificio religioso y comunal de las culturas prehispánicas del norte de México y suroeste de Estados Unidos. Todo el museo gira en torno a un amplio patio circular y cada una de sus tres salas se relacionan, a su vez, con un patio de forma distinta y tema específico.
Al edificio se puede acceder a través de una plaza rampeada y del patio central se puede acceder al techo-cubierta: mirador que permite observar las ruinas de Paquimé y la enorme planicie que da pie a la Sierra Madre Occidental.
Descubrimiento de la profunda cultura prehispánica del Norte de México.
En el proceso del proyecto se realizó un diálogo continuo entre arquitectos, museógrafos e historiadores, integrando forma y contenido en un producto integral.